"Cojan el tren de las Olimpiadas de Invierno"
El pasado enero el Gobierno de Catalunya presentó el resultado de una encuesta oficial sobre la opinión de los catalanes en albergar las olimpiadas de invierno de 2030. Según ese estudio, el 73% de los encuestados está a favor de acogerlas; cifra que asciende al 74% entre los vecinos del Pirineo. Los argumentos a favor son fácilmente deducibles: la mejora en las infraestructuras y las comunicaciones, la generación de ocupación, la proyección internacional y la consecuente promoción económica del territorio. Aun así, Catalunya tiene en el horno una futura consulta reducida a los vecinos de los territorios más afectados. Mi porra es que el porcentaje de partidarios aumentará en la consulta. Los habitantes del Pirineo saben del impacto positivo de las proyecciones internacionales. Lo comprobaron en la Vall de Boí – por cierto búsquenme allí si algún día desaparezco- tras ser reconocida Patrimonio de la Humanidad.
La candidatura española se tambalea por la postura política de Aragón (o al menos la de su Presidente) que se abraza a la quimera del 50% para cada comunidad. ¿Cómo se calcula eso? Es evidente que el reparto del pastel debe ser técnico, dado que el concepto “equilibrio” está bien como principio político, pero no debería ser el objetivo en un proyecto así, ni mucho menos una condición. Al Comité Olímpico Español le compete abstraerse de criterios políticos. Y a las comunidades les toca encajar deportivamente su decisión. Para explicarme: todo el mundo quiere y necesita agua, pero es Confederación Hidrográfica del Ebro quien la administra con criterios hidrológicos. Por muy tozudo que se muestre un presidente de una comunidad, la decisión sobre el reparto del agua acaba siendo técnica. Pues lo mismo con las sedes olímpicas.
Celebro el talante del Presidente de la Generalitat en este asunto. Ha mostrado una postura abierta y respetuosa con los criterios técnicos del Comité Olímpico Español. Por contra creo que la Presidencia del Gobierno de Aragón debería reflexionar su posición enconada y evitar más desplantes al diálogo. No deja de ser contradictorio que los juegos olímpicos, ideados como instrumento de paz y concordia entre los pueblos, sean motivo de incomodidad entre dos hermanos como Aragón y Catalunya: es un sinsentido, y aquí la responsabilidad no es catalana.
Es pronto para saber qué candidatura ganará las Olimpiadas de 2030. La previsión es que se comunique este mismo 2022 en Pekín o el próximo año en Mumbai (India). El Comité Olímpico Internacional decidirá finalmente, también sobre criterios técnicos. Hay que quemar las naves e ir con todo a por el tren de las olimpiadas de invierno, no buceemos en debates bizantinos, no nos lo podemos permitir, que andamos justos de alegrías y de inversiones extraordinarias.
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